En un paseo por la zona antigua de Madrid podemos encontrarnos con algunas iglesias que bien valen la pena pararse y dar un buen vistazo a sus columnas y fachadas, aunque la mayoría de sean muy grandes, si que tienen elementos en su interior que harán que tengamos mucha mejor opinión sobre ellas.

Además, hay que advertir que quedan pocos representantes del arte mudéjar en Madrid, y la Iglesia de San Pedro es un buen ejemplo de la riqueza de este estilo. Fue construida a instancias de Alfonso XI en el siglo XIV para celebrar el buen desenlace de la batalla de Algeciras, es sin duda una de las iglesias más antiguas de toda la capital. Quizá también ha sido de las iglesias más transitadas, en el sentido de haber sufrido muchos pillajes, incendios y robos, de hecho, su interior tiene un aire a demacrado y algo desolador en líneas generales, sin duda fruto de todos esos actos de su ajetreada historia. No obstante, sí que vale la pena el campanario, con decoración y arcos en forma de herradura. Hasta el 1567 esta campana ahuyentaba a los demonios de la ciudad y tenía gran importancia para la población.

La Basílica de San Francisco el Grande tiene también unos orígenes bastante antiguos, antes de la construcción actual había una iglesia algo más péquela, que a su vez fue construida sobre una más pequeña ermita del siglo XII. El aspecto actual data del año 1761. La historia de su construcción es algo curiosa, lo que hizo que diversos arquitectos pasaran por su dirección. Básicamente se quiso copiar la iglesia de Santa María de Campitelli de Roma, pero la mala construcción en general no logro conseguir esa copia, al final, una planta circular con seis capillas simétricas y grandes cúpulas es el resultado, no poco importante, así como una gran originalidad por este tumultuoso ir y venir de arquitectos. De hecho, esta riqueza de diferentes “manos” que pasaron por su dirección ha conseguido que San Francisco el Grande tenga una armonía arquitectónica notable. Lo que más destaca es su interior, tiene muchos lienzos y pinturas que la hacen un museo en si misma del siglo XVIII.